«La Policía nos ha cerrado las puertas más de una vez»

La relación de los detectives con los cuerpos policiales es «correcta», pero alejada del estereotipo que transmiten los telefilmes o las películas. «Esa imagen del investigador entrando en una comisaría para pedir tal o cual expediente es pura ficción. Ellos se cierran en banda. Más de una vez nos han cerrado las puertas».
En Gipuzkoa existen cuatro despachos de detectives, si bien como en otros muchos colectivos hay personas que trabajan de manera ilegal. Para ser investigador privado se requiere la obtención de una diplomatura de detectives que consta de tres años.
En Donostia, el título lo expide el Instituto Vasco de Criminología (IVAC), dependiente de la Universidad del País Vasco. Al término de los cursos, se solicita una licencia que es expedida por el Ministerio del Interior. «Pese a que la administración ejerce un riguroso control, sabemos que hay personas que operan sin licencia. Igual no hacen el mismo trabajo que nosotros, pero sí quizás algunos seguimientos», afirma el equipo de investigadores.
Permiso de armas
El ejercicio de esta profesión no está exento de ciertas dosis de riesgo. Algunos detectives poseen su correspondiente permiso de armas. «En una ocasión me apuntaron con una pistola. Fue en Córdoba. Investigaba el robo de material fabricado por una empresa guipuzcoana que luego era transportado en camiones al sur. El producto era sustraído precisamente de los camiones. No pasó nada, pero fue un momento delicado», explica Ángela Ramos.
Las tarifas de los investigadores oscilan de media -por un trabajo normal- entre 1.200 y 1.500 euros. «Depende también de las horas, los desplazamientos.... si hay que viajar a Cádiz o al extranjero, el precio aumenta».
Las tarifas de los investigadores oscilan de media -por un trabajo normal- entre 1.200 y 1.500 euros. «Depende también de las horas, los desplazamientos.... si hay que viajar a Cádiz o al extranjero, el precio aumenta».
Los detectives aseguran que la conflictividad terrorista en Euskadi dificulta notablemente su trabajo. «En algunas localidades ya sabes que es imposible trabajar. En cuanto llegas, enseguida te identifican, creen que puedes ser policía y ya no hay forma de hacer nada. Nuestros compañeros de otras comunidades siempre nos dicen que no se explican cómo podemos trabajar aquí».
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