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Exceso de autoconfianza y tendencia al fraude

Nadie llega a la cima de la jerarquía administrativa de una empresa si no cuenta con un alto grado de autoconfianza. Todo líder fuerte y decidido es un individuo con confianza en sí mismo, pero ¿el exceso de confianza hace que los gerentes sobrepasen los límites de lo aceptable y cometan fraudes?

Una nueva investigación de Wharton basada en datos obtenidos de la literatura psicológica y en informaciones extraídas de los archivos de fiscalización de actividades fraudulentas de la SEC (Comisión de Valores de EEUU) analiza las razones por las que los altos ejecutivos acaban envueltos en fraudes convencidos de que su empresa, en el futuro, será capaz de responder al desempeño esperado.

Catherine M. Schrand profesora de Contabilidad de Wharton, y Sarah L. C. Zechman, estudiante de doctorado de la misma institución, desarrollan actualmente un estudio titulado “Ejecutivos extremadamente confiados y la pendiente resbaladiza del fraude”, en el que analizan patrones de fraudes y buscan determinar si algunos ocurren, no por el puro interés personal, sino por el exceso de optimismo de ejecutivos que se creen capaces de cambiar el rumbo a sus empresas antes de ser atrapados por la seducción del fraude.

“El objetivo principal del estudio consiste en saber si es posible explicar el comportamiento fraudulento utilizando lo que sabemos de las personas en el momento en que toman decisiones. Hay comportamientos de naturaleza fraudulenta que son consecuencia de decisiones tomadas por gerentes que acaban necesariamente cediendo al fraude”, dice Schrand. “Al principio, no imaginaban que fueran a recurrir al fraude, no pretendían perjudicar a nadie, pero acabaron en una situación tal que no encuentran otra alternativa que actuar de forma deshonesta”.

Schrand describe la trayectoria que lleva al fraude. El ejecutivo cree que su empresa está tan sólo pasando por un mal trimestre o una fase de mala suerte. También cree que todos los involucrados — gerentes, empleados, clientes, acreedores y accionistas — deben maquillar el problema a corto plazo, de modo que esas personas no interpreten de manera equivocada el débil desempeño actual de la compañía como si fuera el preludio de lo que está por llegar. Además de eso, él está convencido de que, más adelante, la empresa será capaz de compensar el periodo actual de malos resultados. Ese tipo de raciocinio es más común en el ejecutivo optimista o con exceso de confianza en sí mismo.

“Este tipo de persona acaba flexibilizando un poco las normas o involucrándose en lo que se podría llamar el área gris de la gestión de beneficios. Digamos, sin embargo, que él está equivocado y las cosas no salen tal y como esperaba”, prosigue Schrand. “El ejecutivo se siente entonces obligado a compensar las pérdidas del periodo anterior. Eso exige que él persista en su comportamiento fraudulento, profundizándolo aún más en el trimestre en curso”.

De acuerdo con el estudio, la manipulación de los beneficios en un único periodo puede pasar desapercibido si el desempeño de la empresa mejora. De lo contrario, según el estudio, los gerentes continuarán manipulando los datos de una manera cada vez mayor. “Por último, la única opción que les queda es ‘maquillar los libros’ adulterando documentos y recurriendo a registros falsos que son perseguidos por la SEC”, dicen las autoras. Un gerente extremadamente confiado y con una visión irrealista sobre el desempeño futuro de la compañía tiene más probabilidad de involucrarse en fraudes “porque tiene menos posibilidad de anticipar correctamente la necesidad de una mayor dosis de manipulación fraudulenta de los beneficios en periodos siguientes”.

Los fraudes están haciéndose cada vez más comunes y, también, públicos. Dos de los mayores fraudes corporativos de la historia de EEUU, el de Enron y WorldCom, ocurrieron en la década actual, suscitando una atención cada vez mayor por parte de la prensa y de los órganos reguladores del gobierno. Suponiendo que ese fenómeno se explique por el exceso de confianza, de eso se deduce entonces que ¿los cargos ejecutivos son ocupados por personas cuyas decisiones se basan sistemáticamente en opiniones tendenciosas? “Muchos ejecutivos exhiben un exceso de confianza y cultivan expectativas más elevadas de lo que puede parecer”, dice Schrand.

“El exceso de confianza es una característica propia del ser humano y ocurre de forma más explícita en determinados tipos de personas, siendo bastante común entre los ejecutivos”. Schrand señala que investigaciones hechas en el área de la psicología, además de estudios realizados entre emprendedores y gestores, muestran que las personas que son ascendidas a los escalafones superiores de las empresas son, por norma, las que demuestran poseer un nivel de confianza suficiente para correr riesgos. Además de eso, los ejecutivos que ocupan los cargos más elevados deben su posición actual a éxitos anteriores, lo que puede llevarlos a confiar exageradamente en sí mismos.

Más:
http://www.estrategiaynegocios.net/analisis/Default.aspx?option=12247

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