La crisis dispara el espionaje en las pymes
El robo de información confidencial en empresas aumentó un 60% con respecto al año 2007, curiosamente la alta dirección y los mandos intermedios son los principales sospechosos de cometer fraude.
En menos de tres meses, Laura y María Botas -hermanas y propietarias de la empresa de mobiliario infantil El osito azul- se quedaron en cuadro y a cuadros. Primero se fueron los montadores, luego los carpinteros y hasta la secretaria, que llevaba años trabajando con ellas y lo sabía casi todo de la compañía.
Hasta que uno de los que quedó en la empresa empezó a sospechar. Y de la sospecha se pasó a la certeza, cuando detrás de la casa de sus padres se abrió una tienda de muebles para niños demasiado parecidos a los suyos. Y la que había sido encargada de la empresa apareció por allí y no precisamente de visita. "Se llevaron toda la información de la empresa, los clientes, los proveedores, los diseños, hasta los muebles más vendidos y los errores", cuentan.
Pero a los dos años, "cuando se le acabó toda la información", tuvo que cerrar. Las hermanas Botas, después de consultarlo con sus abogados, no tomaron medidas legales. "Nos dijeron que como somos una empresa pequeña, no merecía la pena porque no nos iban a hacer caso", dicen.
Ánimos traidores
Ya ven. No hace falta acudir a las grandes multinacionales ni a los guiones enrevesados de películas de espionaje. La competencia desleal y el espionaje industrial también se da en las empresas pequeñas. Y la crisis, lejos de apaciguar los ánimos traidores, parece que los acentúan.
El robo de información confidencial y el espionaje industrial por parte de los empleados ha aumentado un 60% con respecto al año 2007, según un informe de la consultora de riesgos empresariales Grupo Paradell. "Claro que se han acentuado", cuenta Miguel Ángel Berzal, director del departamento de Forensic de Ernst & Young. "Los sueldos han bajado y los objetivos no se cumplen, pero la gente no quiere perder el nivel de vida que ha alcanzado", argumenta.
Unos robos con cada vez más peso tecnológico. Dice este mismo informe que las principales vías de hurto son el correo electrónico (un 47%), los dispositivos USB (un 28%), CD y DVD (un 13%) y las impresoras (un 5%).
"Hoy toda la información está digitalizada así que es lógico que se haga con medios digitales, también en las pymes. Lo que ha cambiado es que la gente no se lleva papel sino ficheros", cuenta Miguel Ángel Berzal. Vamos, todo mucho más discreto.
"En el mundo anglosajón tienen muy claro lo importantes que son las medidas preventivas, más que en España. Pero en época de crisis, y justo cuando las empresas no invierten en nada, en lo único que están gastando es en auditorías internas", cuenta Mariano Paradell, consejero delegado del Grupo Paradell, quien asegura que el fraude interno es el más peligroso. "Porque son empleados o ex empleados los que lo hacen y por dos motivos, o económicos o por puro resentimiento", dice.
No se sabe si fue el dinero o el odio lo que movió al director de operaciones y a varios empleados de una empresa de ingeniería aeronáutica en Madrid a llevarse los proyectos a la competencia. Pero el caso es que la empresa acabó cerrando y aún hoy el caso está en los tribunales.
En cualquier caso, parece que para buscar a los culpables hay que mirar a las alturas. Mariano Paradell cuenta con convicción que se dan menos casos de fraude en los perfiles bajos. "Tienen mucho más que perder, por eso no lo hacen", dice. Otra cosa muy distinta sucede con alta dirección o mandos intermedios. "Se apoderan de información con la que llegan incluso a negociar para que les fiche otra empresa", cuenta.
Sin acceso a los datos
Un dato que confirma Miguel Ángel Berzal desde Ernst & Young, aunque tampoco es que confíe demasiado en la buena intención de los perfiles bajos a la hora de defraudar. "No lo hacen simplemente porque no tienen acceso a la información más relevante. Tampoco tienen oportunidades ni toman decisiones", señala.
Pero no es sólo el impacto personal y de fuga de patrimonio intelectual. Este tipo de problemas suele conllevar también consecuencias económicas. En el 81% de las investigaciones por fraude se estimaron unas pérdidas de entre 15.000 y 30.000 euros, una cantidad que puede ser letal para muchas pymes. De hecho, en el 7% de los casos las empresas han tenido que cerrar.
Enlace:
http://www.eleconomista.es/gestion-empresarial/noticias/2329084/07/10/Sea-por-dinero-o-por-rencor-la-crisis-dispara-el-espionaje-en-las-pymes.html
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En menos de tres meses, Laura y María Botas -hermanas y propietarias de la empresa de mobiliario infantil El osito azul- se quedaron en cuadro y a cuadros. Primero se fueron los montadores, luego los carpinteros y hasta la secretaria, que llevaba años trabajando con ellas y lo sabía casi todo de la compañía.
Hasta que uno de los que quedó en la empresa empezó a sospechar. Y de la sospecha se pasó a la certeza, cuando detrás de la casa de sus padres se abrió una tienda de muebles para niños demasiado parecidos a los suyos. Y la que había sido encargada de la empresa apareció por allí y no precisamente de visita. "Se llevaron toda la información de la empresa, los clientes, los proveedores, los diseños, hasta los muebles más vendidos y los errores", cuentan.
Pero a los dos años, "cuando se le acabó toda la información", tuvo que cerrar. Las hermanas Botas, después de consultarlo con sus abogados, no tomaron medidas legales. "Nos dijeron que como somos una empresa pequeña, no merecía la pena porque no nos iban a hacer caso", dicen.
Ánimos traidores
Ya ven. No hace falta acudir a las grandes multinacionales ni a los guiones enrevesados de películas de espionaje. La competencia desleal y el espionaje industrial también se da en las empresas pequeñas. Y la crisis, lejos de apaciguar los ánimos traidores, parece que los acentúan.
El robo de información confidencial y el espionaje industrial por parte de los empleados ha aumentado un 60% con respecto al año 2007, según un informe de la consultora de riesgos empresariales Grupo Paradell. "Claro que se han acentuado", cuenta Miguel Ángel Berzal, director del departamento de Forensic de Ernst & Young. "Los sueldos han bajado y los objetivos no se cumplen, pero la gente no quiere perder el nivel de vida que ha alcanzado", argumenta.
Unos robos con cada vez más peso tecnológico. Dice este mismo informe que las principales vías de hurto son el correo electrónico (un 47%), los dispositivos USB (un 28%), CD y DVD (un 13%) y las impresoras (un 5%).
"Hoy toda la información está digitalizada así que es lógico que se haga con medios digitales, también en las pymes. Lo que ha cambiado es que la gente no se lleva papel sino ficheros", cuenta Miguel Ángel Berzal. Vamos, todo mucho más discreto.
"En el mundo anglosajón tienen muy claro lo importantes que son las medidas preventivas, más que en España. Pero en época de crisis, y justo cuando las empresas no invierten en nada, en lo único que están gastando es en auditorías internas", cuenta Mariano Paradell, consejero delegado del Grupo Paradell, quien asegura que el fraude interno es el más peligroso. "Porque son empleados o ex empleados los que lo hacen y por dos motivos, o económicos o por puro resentimiento", dice.
No se sabe si fue el dinero o el odio lo que movió al director de operaciones y a varios empleados de una empresa de ingeniería aeronáutica en Madrid a llevarse los proyectos a la competencia. Pero el caso es que la empresa acabó cerrando y aún hoy el caso está en los tribunales.
En cualquier caso, parece que para buscar a los culpables hay que mirar a las alturas. Mariano Paradell cuenta con convicción que se dan menos casos de fraude en los perfiles bajos. "Tienen mucho más que perder, por eso no lo hacen", dice. Otra cosa muy distinta sucede con alta dirección o mandos intermedios. "Se apoderan de información con la que llegan incluso a negociar para que les fiche otra empresa", cuenta.
Sin acceso a los datos
Un dato que confirma Miguel Ángel Berzal desde Ernst & Young, aunque tampoco es que confíe demasiado en la buena intención de los perfiles bajos a la hora de defraudar. "No lo hacen simplemente porque no tienen acceso a la información más relevante. Tampoco tienen oportunidades ni toman decisiones", señala.
Pero no es sólo el impacto personal y de fuga de patrimonio intelectual. Este tipo de problemas suele conllevar también consecuencias económicas. En el 81% de las investigaciones por fraude se estimaron unas pérdidas de entre 15.000 y 30.000 euros, una cantidad que puede ser letal para muchas pymes. De hecho, en el 7% de los casos las empresas han tenido que cerrar.
Enlace:
http://www.eleconomista.es/gestion-empresarial/noticias/2329084/07/10/Sea-por-dinero-o-por-rencor-la-crisis-dispara-el-espionaje-en-las-pymes.html