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El padre justiciero

André Bamberski, de 72 años, se sobresaltó cuando, pasadas las tres de la madrugada del 18 de octubre, sonó el teléfono de su casa, en Pechbusque, un acomodado suburbio de Toulouse (sur de Francia). "Una mujer extranjera que disimulaba su voz me dijo cuando descolgué: Krombach está en la calle del Tilleul (...) cerca de la Casa de la Aduana en Mulhouse (noreste de Francia). ¡Llame a la policía!", recuerda Bamberski.

"Prometí a Kalinka, ante su tumba, que llegaría hasta saber la verdad, hasta que se haga justicia"
"Las vías legales se habían agotado. A los 72 años no me quedaba más remedio que suplir las carecencias judiciales"


El hombre buscó afanosamente en Internet el teléfono de la comisaría de Mulhouse, pero cuando habló con el agente de servicio supo que la policía ya había recibido otra llamada indicándole dónde estaba abandonado Dieter Krombach, el cardiólogo alemán al que Bamberski considera culpable de la muerte de su hija. El médico había sido secuestrado horas antes cerca de Kempten (Baviera) y trasladado a Mulhouse. (...)

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